miércoles, 29 de enero de 2014

Perplejidad

Escribo estas notas ahora, aunque que vengo ensayándolas en mi cabeza desde hace días. He demorado este artículo, un poco porque tengo que trabajar y otro porque quiero encontrar la forma exacta de que estas palabras traspasen un manto de perplejidad que encuentro cubre a tanta gente inteligente de mi país.

Les aseguro que es como nadar en dulce de leche. La gente quiere vivir en un lugar normal, y normaliza los horrores para seguir con su programa mental.


¿Somos Cuba? ¿Somos Venezuela?


Me asustan esas preguntas. Estamos en la misma sartén, a nadie le caben dudas, pero la preocupación es si tenemos el mismo doradito, o si nos han puesto los mismos condimentos alrededor. La conclusión, es que no. No somos Venezuela. La gente no lo permite porque BLA BLA BLA.

El sistema político en el que estamos sumergidos está basado en tres pilares:
  1. Criminal
  2. Económico
  3. Político

Y cada una de estas pezuñas atacó como una enfermedad a su anticuerpo: la Justicia, la producción económica y la oposición política.

El ataque ha sido sistemático y perseverante. Y el orden de importancia de esos pilares es el que puse arriba. Ningún fracaso político los amilana mientras los otros dos pilares resistan.

A menor democracia, menor incidencia de la política, donde pueden encontrar la fragilidad más grande, porque son fundamentalmente torpes.

Todo esto es fácilmente comprendido por todas esas mismas personas que siguen discutiendo con el venezolímetro en la mano.

Y cada tanto se quejan de la oposición, y dicen que también son culpables, que no podemos cargar las tintas contra el kirchnerismo, y se quieren poner en el medio, porque ser anti-kirchnerista es malo y repudiable. Y yo trato de recordarles que el 54% que obtuvo Cristina no es tan importante como el 10-10-10 de Hermes Binner, Eduardo Duhalde y Ricardito Alfonsín ¡Qué candidatos!

Y me agotan con sus análisis políticos como si le interesara el pronóstico del clima a un recluso de Auschwitz.

Sí, puse Auschwitz. Y ahora vamos a son nazis.

Son nazis


Pero lo que han imitado es el modus oporandi de los criminales nazis. No les interesa la ideología ni la épica ni la mística. Nada de eso. Es el modelo de acumulación de poder criminal el que han copiado.

Y si no son nazis, somos nosotros los judíos perplejos, que pensamos que la cosa se va a atemperar, que la gente no va a permitir las locuras de Adolf Hitler. Que algo lo va a frenar.

La advertencia sobre no banalizar la Shoá ha sido banalizada. Es horrendo. Porque también nos oculta el bananismo del que no quiso ser anti-nazi. Del que puso cara de superado y dijo que los judíos que más protestaban eran agitadores, exagerados, que la cosa nunca se iba a poner tan brava.

El bananismo era la pesadilla del judío que sobrevivió al horror del nazismo. Porque esa gente inmunda facilitó la llegada del nazismo a sus límites más demoníacos, pero también prometió poner un manto de olvido sobre sus crímenes.